A quien no le ha pasado que planeas un fin de semana increíble con tus amigos esa en el que van a destrozar la discoteca y se van tomar hasta el agua de los floreros, o ese viaje en el que planean hacer millón de cosas y todo va salir increíblemente bien, pues bien la mayoría de la veces todo no sale como lo planeado y se aplica la Ley de Murphy «Todo lo que pueda salir mal, pasará».
Pero si todo lo que puede salir mal va a pasar que podemos hacer, pues simple (de acuerdo a mi querido amigo), entre una taza de café y el frio de las noches capitalinas entre esas muchas conversaciones que tiene con tus amigos gays en las que hablas de todo me contaba sobre sus experiencias con las visitas al psicólogo y donde él había comprendido a ser más feliz bajando sus expectativas, aunque esto pueda sonar un poco conformista por algunos tiene mucho de razón si aplicamos a ejemplos sencillos si retomamos lo que habíamos dicho al inicio:
Primero el fin de semana con tus amigos destroza discoteca que salió mal, tu discoteca favorita estaba clausurada, tu mejor amigo se emborracho y te dejo más que avergonzado y te toco ser su niñero, o simplemente tus amigos se dedicaron más que a pasar contigo buscaban vaciles de la noche.
Segundo el viaje donde vas hacer millos de cosas, resulta que por mal tiempo ni siquiera podías estar en la playa, o se terminó dañando el vehículo y gastaste tu presupuesto en la reparación y tus actividades tuvieron que cambiar.
Pues que fue lo que paso, todo lo que salió mal o que podría salir mal son factores externos sobre los cuales nosotros muy poco podemos hacer para que no acurran, de acuerdo a esto mi amigo decía que cuando planeamos algo nuestras expectativas no deberían estar en lo que esperamos de los demás o de cómo se den las circunstancias porque terminaríamos decepcionados, sin embargo como aportación personal las expectativas deberían ser sobre uno no para que todo salga bien, sino para que nosotros sepamos reaccionar de la mejor manera si las cosas no salen como lo planeados J